miércoles, 2 de septiembre de 2009

El PP vuelve a la "conspiranoia"

Nuevo curso político y viejas formas de desprestigiar la política: ese es el panorama que parece dominar el horizonte tras las vacaciones de verano. El Partido Popular se ha dedicado durante todo el mes de agosto a desprestigiar a las instituciones del Estado con la única pretensión de desviar la atención sobre el grave problema de corrupción que afecta a su partido. Para cualquier ciudadano que se encontrara en la playa o en el campo disfrutando de sus vacacaciones, o para los muchos que durante el mes de agosto se han quedado en las ciudades, abrir cada día el periódico y escuchar las afirmaciones (siempre sin pruebas) de los González Pons, Cospedal, Aguirre, Güemes ha tenido que suponer, o bien una razón para echarse a reír, o bien una razón para sentir pena ante las declaraciones pueriles, la descalificación gratuita y la puesta en peligro de la credibilidad de ciudadanos y ciudadanas en las instituciones democráticas.

Porque esa es la única consecuencia que puede tener esta campaña para esconder la corrupción que corroe los cimientos del Partido Popular: que los ciudadanos crean cada vez menos en el Poder Judicial, en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y en el Gobierno. Sólo les falta poner en duda la función de las Cortes Generales para socavar a los tres poderes del Estado democrático.

Mientras el PP sigue por esta senda, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero trata de paliar los efectos de la crisis económica en los trabajadores con un subsidio que permita a los desempleados tener una ayuda para volver a entrar en el mercado de trabajo. En un primer momento, los dirigentes del PP tildaron la medida de "máquina de gastar dinero". Ahora, dando un giro de 180 grados, piden que se amplíe ese subsidio. Sin comentarios.

Para terminar con este ejercicio de irresponsabilidad política ante la crisis, el PP ha puesto el grito en el cielo ante el anuncio gubernamental de que se va a estudiar gravar fiscalmente los ingresos más elevados (se aplicaría a rentas del capital y a las plusvalías). En este aspecto, la sorpresa no es tan grande, ya que nadie olvida de qué lado han estado siempre los populares; lo que sorprende es que se llenen la boca con que defienden a los trabajadores.

El Partido Popular vuelve a equivocarse pensando que la crispación le va a llevar a merecer la confianza de los ciudadanos y de las ciudadanas: mientras sigan insistiendo en conspiraciones paranoicas y manías persecutorias todo el mundo se va a preguntar qué serían capaces de hacer si algún día llevaran las riendas de este país, como ya ocurrió en un pasado no tan lejano.