martes, 16 de septiembre de 2008

Un presidente sólido ante la crisis

Las ciudadanas y los ciudadanos españoles que vieron por televisión el pasado miércoles la comparecencia del presidente José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso de los Diputados pudieron comprobar las grandes diferencias entre los dos grupos mayoritarios a la hora de afrontar este duro momento para la economía española, europea y mundial, provocada por el inestabilidad del mercado bancario estadounidense, por el aumento en el coste de las materias primas y los alimentos y por el alza espectacular del precio del barril de petróleo. Los ejemplos más recientes son las quiebras de algunas entidades bancarias estadounidenses como Lehman Brothers y Merryll Lynch o la intervención de la Reserva Federal estadounidense, que tuvo que salir al rescate de algunas otras entidades financieras.

En la comparecencia del miércoles, por un lado se pudo ver a un Gobierno preocupado por sus ciudadanos, que intenta paliar en la medida de lo posible las dificultades por las que están pasando las familias españolas; que mantiene el gasto social para ayudar a los desempleados y que se ha comprometido a subir las pensiones mínimas para las beneficiarias y los beneficiarios con menos ingresos. El Gobierno ha reiterado su apoyo a los más débiles y, con su presencia en el Congreso de los Diputados, José Luis Rodríguez Zapatero ha transmitido confianza en el mercado de la vivienda con el anuncio de la nueva línea de crédito del ICO para impulsar la oferta de alquileres y facilitar el ajuste en el sector para la pequeña y mediana empresa.

El grupo de la oposición, sin embargo, ha vuelto a caer en el “todo vale”, intentando hacer perder la esperanza y la confianza a las españolas y españoles que, a pesar de estar pasando por un periodo de dificultades, confían en la responsabilidad de su Gobierno para superar este mal momento económico. Una oposición que no fue capaz de proponer medidas alternativas porque para la derecha las medidas alternativas siempre consisten en reducir el gasto social y congelar los salarios de las escalas más bajas de la administración. Una oposición, en definitiva, incapaz de suponer una alternativa creíble de gobierno para las españolas y los españoles.